Parpadeo. Estoy frente a un muro azul, una puerta luminiscente de un azul eléctrico intenso. Es MI puerta, lo sé. La empujo, cruje un poco y cede lentamente. La luz se ahoga en la oscuridad que hay detrás de mí. Avanzo, la cruzo. Camino sobre el vacío del que estoy hecho. Las flores crecen de la nada. Pienso en lo vacío que está esto, y la tierra empieza a crecer, la hierba brota. Señalo un lugar y allí crece el árbol, dándome la prueba definitiva. Este es MI mundo. En el fondo escucho a los compañeros corregir ejercicios, hablar, y veo, de forma casi transparente esta hoja en la que escribo, sobre el estampado de esta ilusión. La tierra y la hierba cubren ya todo cuanto queda, mis pies han empezado a pisar las flores. Señalo otro lugar y aparece otro árbol, y allí está esa chica pelirroja de ojos verdes. Verdes como el campo. Verdes como las hojas en la primavera. Centelleante. Me acuerdo de Lucía, pues esta pelirroja no tiene las cejas negras, sino un cuerpo claro, y todo su pelo pelirrojo. Danza alrededor de ese enorme árbol. Esa chica es lo único que no pertenece a mi mundo, y si lo hace parece tan ajeno que me supera.. Tan preciosa, tan grácil, tan fuera de lugar en mi mundo gris..
Parpadeo. Ha sonado la sirena. Tengo que recoger, toca Latín.
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