miércoles, 11 de enero de 2012

La Luna y el Sol

Ella corría, corría tanto como podía, intentando huir del chico de fuego, que prendía esa llama de luz en ella. Él estaba enamorado de hacía ya tiempo de ella, pero ella, en su tozudez fría como la roca, no quería enamorarse, había visto a otros tantos sufrir por amor, y a otras tantas llorar por lo mismo. No pretendía caer en eso. Jugaban al gato y al ratón alrededor de todo el Universo, de estrella en estrella, saltando entre supernovas y descansando escondidos tras meteoritos, pero un día,  corriendo por la Vía láctea, concretamente por Orión,  Luna pasó a descansar, y Sol la alcanzó, la abrazó y ya no pudo huir.. Pasó largo tiempo antes de que Luna diera a luz a Tierra. Por desgracia Sol tuvo que huir, preocupado por el daño que hacía a tan colorida alegría que su hija desprendía, por eso el Sol ahora está tan lejos de su hija y su amor, y por eso gira la Luna, vigilando que no haya ningún otro que se acerque a herir a su hija, y deseando pasar lo más cerca posible del Sol, para mirarle y con los cráteres que el tiempo deja a quien vive el amor, demostrarle lo mucho que lo echa de menos. Y Sol, cada vez que la ve, sonríe, y cuando se produce el eclipse, entrelazan sus cuerpos sin que la Tierra lo vea.

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